Si las personas se desconectaran de sus programas, sus vidas podrían cambiar drásticamente hoy—ahora mismo.
¡Sin embargo! Existe una incapacidad generalizada para cambiar los patrones de comportamiento condicionados por la hipnosis colectiva. La mayoría de las personas, como Fausto, tiran del hilo de su propio descontento hasta que, eventualmente, entregan sus almas al vacío más profundo que existe dentro de su ser.
A pesar de ello, la mayoría de ellos están entusiasmados, llenos de orgullo y convencidos de que están haciendo lo correcto. Si lo hicieran, el mundo no estaría tan inmerso en una profunda decadencia y una destrucción constante. Sin embargo, no pueden ver el verdadero significado detrás del Yo—sino símbolos, nombres, emociones elaboradas y dramas como resultado de una construcción narrativa interna y generacional...
Los autómatas y los I/O psicópatas, enemigos de los niños, que han llegado a controlar a la humanidad a través de dualidades, dispersión, confusión y confrontación entre bandos imaginarios (maestros titiriteros y genocidas) pueden controlar a estas personas porque están completamente programados bajo las instrucciones en las que se han desarrollado por nacimiento: nombre, nacionalidad, idioma, número de seguridad social, identidad política...
La realidad sólo puede tejerse a través de sus propios puntos
Cuando el engranaje está montado, muy poca gente puede salir de él y, como caracoles que tantean con sus tentáculos, se agarran a lo primero que se les pone por delante de forma multitudinaria.
Para ser más precisos, al no darse cuenta de que todo el mundo comete exactamente los mismos errores (y seguirá haciéndolo bajo esta ilusión permanente), la humanidad camina en realidad lentamente de la mano hacia un precipicio, pero con una sonrisa en la cara.